Ávila es una ciudad muy especial. El sabor de su visita no deja a nadie indiferente. Perderse entre sus angostas calles y disfrutar la multitud de espacios y monumentos que ofrece la ciudad es quizás un deleite incomparable. La ciudad respira medievo por todos lados. Su imponente muralla, la cual ha sido conservada con la ayuda de todos los abulenses, al margen de su religión y condición social, es el símbolo que mejor identifica a la ciudad y un referente obligado para entender el núcleo urbano. La muralla, de dos kilómetros y medio de perímetro, dispone de nueve puertas de acceso, se adapta perfectamente a la topografía del terreno. De su catedral se dice que es una lección viva de arquitectura medieval y un claro ejemplo de catedral fortaleza de Europa. La catedral abulense se ubica en la ciudad más allá de los límites estrictamente religiosos debido a su función defensiva, la cual se observa al ver la posición de su cabecera entestada en la fortificación, convirtiéndose en el cubo más fuerte de la muralla. Pero hablar de Ávila es también hablar del fuerte espíritu religioso, heredado de la huella de Santa Teresa, a quien la ciudad homenajea constantemente en sus calles. Sin duda, la combinación necesaria para rememorar la búsqueda del Santo Grial. Sus iglesias, conventos y edificios medievales te deleitarán mientras juegas a ser caballero medieval por un día.
¿A qué Juego puedo Jugar?
ÁVILA, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 y desde el 2005 integrada en la Red de Juderías Españolas, ofrece al viajero distintas visitas. Su patrimonio cultural es el reflejo de su historia, de sus arquitecturas, de sus gentes y su paisaje. Un patrimonio que justifica la visita pausada, a distintas horas del día y si es posible con la ayuda de un buen guía que nos ayude a comprender la ciudad antigua, la medieval, la renacentista, incluso la de la recuperación decimonónica.
En Ávila, como en muchas de las ciudades medievales españolas, convivieron judíos, mudéjares y cristianos. Todos ellos dejaron su huella y forman parte de nuestro legado cultural. Para facilitarle su visita hemos diseñado una serie de itinerarios en los que la duración de los mismos dependerá de la clase de viajero que seamos y del tiempo del que dispongamos. Lo que sí sabemos es que cualquiera de estos paseos le hará volver.
La romanización de la península llegará también a Ávila. De la presencia de Roma nos ha quedado la toponimia de algunos pueblos de la provincia, las lápidas funerarias e inscripciones epigráficas, aún visitables en el lienzo oriental de la muralla, el trazado de algunas calles que se cruzan en ángulo recto, un puente sobre el Adaja, muy transformado, y la tradición de los primeros mártires de la ciudad: Vicente, Cristeta y Sabina, perseguidos y martirizados por orden del cónsul romano.
Tras la conquista de Toledo en el 1085, Alfonso VI encomendará la repoblación de la ciudad a Raimundo de Borgoña. Durante el siglo XII, asentada ya la población, se irán afianzando los organismos de poder, el Concejo adquiere cada vez más relevancia, la iglesia va fortaleciéndose desde el punto de vista económico, social y espiritual, y a la vez comienza una gran actividad constructiva, levantándose templos, murallas y edificaciones civiles.
Al llegar al siglo XVI la ciudad conoce su máximo esplendor, que se manifiesta tanto en el ámbito civil como en el religioso.
Las Murallas
Antes de detenernos en la visita de las casas, palacios, templos y plazas debemos hacer un recorrido por las murallas, construidas a lo largo del siglo XII son el monumento que mejor identifica a la ciudad y un referente obligado para entender el núcleo urbano. Nuestra visita puede realizarse recorriendo sus dos kilómetros y medio de perímetro, sus nueve puertas (del Alcázar, Peso de la Harina, San Vicente, el Mariscal, del Carmen, San Segundo, de la Malaventura, de la Santa o Montenegro, del Rastro) y sus tres poternas. En nuestro paseo aprenderemos que sus muros se adaptan a la topografía del terreno, que sus lienzos y torres se elevan en las zonas más llanas, y se hacen más pequeños cuando el terreno es más accidentado. Los frisos de esquinillas, las cenefas de ladrillo nos enseñan que en su construcción intervinieron alarifes mudéjares y moriscos. Muros, almenas y cubos nos hablan de las reparaciones y restauraciones que a lo largo de su historia han sido necesarias para su conservación. En su mantenimiento participaron todos los abulenses, al margen de su religión o condición social, así los nobles y caballeros hacían la ronda, los ciudadanos y “hombres buenos” velaban, los campesinos de la tierra traían los materiales necesarios y limpiaban el foso, los musulmanes ponían las manos y los judíos el hierro.
Alrededores del Mercado Grande
Iniciamos el recorrido en la plaza de Adolfo Suárez, también llamada plaza del Alcázar, construcción militar de la que sólo se ha conservado parte de un muro de sillería y la puerta que se abre en la muralla, una de las más fuertes de la ciudad que fue reedificada en 1597 por orden de Felipe II.
A continuación está la plaza de Santa Teresa, conocida como Mercado Grande, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Las fuentes documentales y los restos arqueológicos confirman el uso de la misma desde épocas tempranas, como lugar de encuentro, de celebración de fiestas y mercados.
En el Mercado Grande está la iglesia de San Pedro, situada en el “coso do mueven los caballos”, uno de los principales templos románicos de la ciudad. Tiene planta de cruz latina con tres naves de desigual anchura y un brazo de crucero, su cabecera está formada por tres ábsides, adosándose al septentrional la torre de campanas. En la organización de su fachada sobresale un rosetón de estética cisterciense. De gran interés es el conjunto escultórico que se distribuye en las arquivoltas de sus portadas, impostas y capiteles que constituye un interesante y variado repertorio iconográfico del románico en Ávila.
Muy cerca de San Pedro, en la plaza de Nalvillos, está Santo Tomé el Viejo. Este antiguo templo románico se ha convertido en un interesante almacén visitable del Museo de Ávila. A pesar de lo accidentado de su historia sigue siendo uno de los edificios más singulares del románico abulense. Sus portadas meridional y occidental tienen una rica decoración escultórica.
La catedral
Es un claro ejemplo de catedral fortaleza de Europa. Si la catedral configura el perfil de la ciudad medieval, en Ávila templo y ciudad mantienen una estrecha vinculación que excede los límites estrictamente religiosos y se manifiesta sobre todo en su carácter defensivo, ya que su cabecera se entesta en la fortificación, convirtiéndose en el cubo más fuerte de la muralla.
La catedral abulense es una lección viva de arquitectura medieval y posiblemente, como indicó Manuel Gómez Moreno, lo primero que se vio de gótico en Castilla. Está dedicada al Salvador, se levanta sobre un templo anterior románico y la parte más antigua debe fecharse entre 1160 y 1180. El primer maestro con el que sin duda hay que relacionar su fábrica es Fruchel, conocedor de la arquitectura francesa, que daría la traza general del edificio, cambiaría el proyecto inicial y será autor de la original cabecera, ya gótica, construida con una piedra sangrante de tono rojizo que confiere a este espacio una gran plasticidad.
Las obras se realizarán de manera desigual a lo largo de los siglos, produciéndose cambios frecuentes sobre el primer proyecto arquitectónico y en ellas participarán un elevado número de artistas. Maestros de obra, arquitectos, pintores, escultores, orfebres, herreros, irán concluyendo, amueblando, adornando la iglesia con retablos, coro, altares, rejas, púlpitos, órgano, capillas, sepulcros, etc. Nuestra visita ha de ser pausada, sólo de esta forma podremos recorrer sus naves, sus capillas, su claustro y su museo.
Merece la pena detenerse en el Altar de los Reyes, obra de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo y en el coro, realizado por varios autores, y que es pieza esencial de nuestras catedrales.
En la capilla mayor podemos ver las primeras bóvedas sexpartitas que se voltearon en Castilla y el retablo de Pedro de Berruguete, Santa Cruz y Juan de Borgoña. El sepulcro de Alonso de Madrigal, situado en la girola, es obra esencial del renacimiento en España. Pero la visita debe continuar recorriendo el claustro y las salas del museo catedralicio donde se conserva la custodia realizada por Juan de Arfe que aún hoy, el día del Corpus, recorre las calles de Ávila.
Frente a la portada de los Apóstoles estuvo situado el Viejo Palacio Episcopal (hoy ocupado por el edificio historicista de Correos y la biblioteca Pública), del que sólo conservamos la portada y una interesante ventana esquinada frente a la casa de los Velada. En este solar está El Episcopio, que debió ser una antigua sala de Sínodos y que ha sido identificado por algunos autores como Palacio del Rey Niño. Actualmente tiene la función de sala de exposiciones y conferencias.
La Basílica de San Vicente
Es el gran modelo del románico en Ávila, receptor de las influencias foráneas y de la fábrica de la catedral, es al mismo tiempo difusor del estilo en la ciudad. Su planta es de cruz latina con tres naves y un brazo de crucero. Presenta la singularidad de contar con una tribuna sobre las naves laterales. Su cabecera triabsidial se levanta sobre una cripta que determina la esbeltez de sus ábsides hacia el exterior. El cerramiento de la nave mayor con bóvedas de aristones anuncia el gótico. Los capiteles historiados de la capilla mayor, el cenotafio de los santos en el que se relata la detención, condena y martirio de los santos Vicente, Cristeta y Sabina, la portada occidental y la cornisa meridional constituyen lo mejor de la escultura del templo, que hemos de relacionar con talleres de Borgoña. Desde mediados del siglo XIX se inician varias campañas restauradoras interviniendo en las mismas distintos arquitectos: Hernández Callejo, Vicente Miranda y sobre todo Repullés y Vargas.
Alrededores del Mercado Chico
El Mercado Chico ha sido y continúa siendo el centro neurálgico de la ciudad, lugar de mercado, de reunión del Concejo, de celebraciones. En su construcción intervinieron varios arquitectos. Se inició a fines del siglo XVIII con trazas de Antonio Cuerbo, pero la plaza no será concluida hasta el XIX. El ayuntamiento es obra de Vázquez de Zúñiga de 1865.
Plaza y Convento de la Santa
En los últimos años del siglo XVI llegan a Ávila los carmelitas descalzos procedentes de Duruelo, primera fundación masculina de la Orden, con la idea de establecer casa en la ciudad. Tras superar diversas dificultades y haber pasado por distintos lugares (San Segundo, unas casas cerca de Santo Tomás y otras dejadas por los moriscos en donde hoy está situada la Residencia Santa Teresa Jornet), adquieren los restos de la vivienda que había pertenecido a la familia de la Santa con la idea de edificar la iglesia y el convento. Contaron para esta empresa con el apoyo del obispo Francisco Márquez de Gaceta y más tarde del Conde Duque de Olivares a quien el prelado cedió el patronazgo.
Las trazas son del arquitecto carmelita Fray Alonso de San José, la iglesia es barroca, obedece a la estética de su tiempo; responde a la tipología de la Orden, planta de cruz latina de una sola nave y dos de capillas laterales. En el exterior se organiza un triple pórtico formado por arcos de medio punto, y en la fachada destacan los escudos de los Cepeda y Ahumada, los de la Orden carmelita, el del Conde Duque de Olivares, el de Intendencia (cuerpo militar del que es patrona) y el de Doctora de la Iglesia.
Hay que destacar por un lado su peculiar orientación que viene marcada por el deseo de hacer coincidir la zona del presbiterio con las habitaciones en las que había nacido la Santa y por otro, el hecho de que toda la iglesia se erige sobre una cripta abovedada, única en el ámbito español, donde se ha instalado un museo sobre la vida y la obra de Teresa de Jesús.
Torreón de los Guzmanes
También recibe el nombre de Torreón de los Guzmanes y de Oñate, es la sede de la Diputación Provincial. Los primeros datos documentales de esta casa son de 1513, pero es posible que en esos años ya estuviera iniciada su construcción y que el Licenciado Múxica emprendiese en esas fechas diversas reformas en la misma. El patio formado por arcos rebajados ornamentados con rosetas y su imponente torreón esquinado convierten a esta edificación en una de las más destacadas de la arquitectura civil abulense.
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